Es habitual confundir la administración de una comunidad con la gestión de la misma, pero son dos cosas muy diferentes.
La administración consiste en controlar los ingresos y, sobre todo los gastos necesarios que genera la comunidad, así como las tareas que de estas actuaciones se generan.
Respecto a los ingresos, proceden de repartir el presupuesto estimado de gastos entre los coeficientes de las viviendas o de la manera que tenga estipulada la comunidad, (por grupos de reparto, partes iguales, etc.)
Respecto a los gastos, la administración realiza cada año un gasto estimado de las obligaciones que tiene la comunidad así como de los gastos necesarios y básicos para su funcionamiento correcto, por ejemplo, la luz, el agua, el seguro de comunidad, mantenimiento ascensor, empleado de la finca, etc.
La gestión real de la comunidad corresponde a los vecinos en su conjunto, quienes depositan su confianza en el Presidente elegido cada año para que tome las decisiones correspondientes y trasmita las pautas de trabajo y necesidades de la comunidad al administrador. Varios ejemplos, convocar junta ordinaria y en su caso extraordinaria estableciendo el orden del día a tratar, autorizar las obras necesarias así como aquellas que sean urgentes para el adecuado mantenimiento de la finca, (siempre dentro de los limites que establece la Ley), recoger las quejas y/o propuestas vecinales, representar a la comunidad en su conjunto frente a terceros, conocer habitualmente la evolución del gasto, etc.
Podríamos entrar en más valoraciones y características más especificas, pero eso ya depende de las propias de cada comunidad, y, sobre todo, de la relación entre administración y comunidad, cuanta más confianza entre ambos y mayor involucración, mejor funcionamiento y mayor ahorro.